En una fría mañana del mes de marzo algunos compañeros de la Comisión Senior ICAI nos encaminamos hacia las tierras de Roa de Duero, provincia de Burgos, muy cerca de Peñafiel, en el corazón de la Ribera de Duero. Nos íbamos a encontrar con nuestro compañero Javier Zaccagnini de la promoción de 1975, y nos preguntábamos qué nos depararía ese día.

La cosa empezó de forma casual en las Navidades de 2021 y luego se concretó en la visita que íbamos a realizar. Nuestro deseo era encontrarnos con un compañero, conocer su bodega y sus vinos para ver las posibilidades de utilizarlos en nuestras celebraciones y actividades Senior.

De camino, afloran las preguntas de siempre cuando vamos al encuentro de alguien cercano después de 42 años: ¿Cómo estará? ¿Cómo habrá sido su vida?

Y te vienen a la memoria las imágenes del pasado: las clases compartidas, las conversaciones en los pasillos de azulejo azul, los reveses académicos, los éxitos y el cansancio al final.

Pronto descubriríamos que el tiempo no pasa y las almas viajeras que coincidieron en la vida vuelven a sentir que se conocen de siempre, solamente con muchas experiencias que contar y en este caso sorprendentes.

Nuestro compañero Javier Zaccagnini Sancho de Sopranis, llegó del Puerto de Santa María al ICAI en 1970 donde se tituló en 1975, empezando seguidamente su trayectoria como ingeniero mecánico en el área de la inyección de plásticos.

Tras graduarse con un MBA del Instituto de Empresa y trabajando de sol a sol, transcurridos 5 años decidió dar un giro “copernicano” a su vida profesional y descubrir en la elaboración del vino su vocación y su pasión.

Primero fueron trabajos comerciales en el sector, después la Dirección del Consejo Regulador D.O. de Ribera del Duero donde profundizó e hizo relaciones y amistades para lanzar y desarrollar como copropietario las bodegas Aalto.

Trabajó codo con codo con Mariano García, prestigioso enólogo de Vega Sicilia, y realizó su inmersión definitiva en las tierras y viñedos de Ribera del Duero. En vinos blancos funda también bodegas Ossian en la denominación de origen de Rueda, que posteriormente vendió a Bodegas Pago de Carraovejas.

Cargado de experiencia y con el inestimable apoyo de su hijo Michael, experto enólogo formado en España, Francia y Nueva Zelanda, decide fundar en solitario un proyecto para elaborar su vino ideal al que denomina con el nombre de Bodegas Sei Solo.

El proyecto empieza en 2007 con el propósito de elaborar un vino que refleje el carácter ribereño pero que a su vez sea capaz de mostrar una personalidad diferenciada, con un perfil acorde a sus gustos personales, que sacrifique estructura, intensidad tánica y presencia de la madera nueva en favor de una mayor finura y elegancia.

Para elaborar sus vinos, inicialmente contó con tres hectáreas de viñedo propio (cuatro majuelos de 60 años de edad), más otras tres hectáreas, arrendadas, de viñedos más viejos, de entre 60 y 90 años de edad, todas ellas situadas en la localidad burgalesa de La Horra, y un parque de barricas nunca nuevas, precisamente para evitar una influencia excesiva de la madera en el vino.

Su primera añada fue 2011 y empieza con dos vinos, al estilo bordelés: SEI SOLO el gran protagonista, y PRELUDIO de SEI SOLO, como segundo vino.

Para la elaboración de SEI SOLO Javier selecciona solo los viñedos más viejos de La Horra. Para PRELUDIO de SEI SOLO se utilizan viñedos viejos y jóvenes de La Horra, Moradillo y Gumiel de Izan.

Hoy día, diez años después, sus vinos son ya reconocidos entre los mejores de la Ribera del Duero y obtienen muy buenas críticas y puntuaciones internacionalmente.

Y allí estuvimos conociendo de primera mano el trabajo de Javier y sus magníficos vinos con la idea de poderlos compartir en el futuro en nuestras celebraciones Senior ICAI o para organizar una posible visita futura a la Ribera del Duero.

Volvimos para Madrid contentos de haber estado con Javier y haber conocido su trayectoria de esfuerzo y emprendimiento de tantos años.

Trayectoria que prosigue hoy y que nos haría pensar en que la esencia de nuestra profesión no sería la técnica, ni el conocimiento, ni el campo de trabajo profesional, sino cierto espíritu de búsqueda y la inquietud de superación que llevamos con nosotros en los caminos de la vida.

Quedó Javier con su ilusión y proyectos en las tierras de Ribera del Duero y nosotros volvimos a casa contentos de haber compartido el día con él, de tener un compañero con estas experiencias y también un proveedor del mejor vino.

El Cronista Senior