Dedico este sencillo artículo a mi padre, Luis Alonso Luengo, Cronista Oficial de Astorga durante largos años, que también fue Académico Correspondiente de la Historia y publicó el libro “Santo Toribio Obispo de Astorga o un momento de la formación de España”, que ha servido de base y pauta para lo relatado a continuación. Todo lo narrado, así como la información y datos reflejados, están tomados de mi progenitor. He reproducido en varias ocasiones frases completas del libro publicado en el año 1939, porque pienso sería su deseo.

portada

El mayor trozo del leño de la Cruz. 2006, Año Santo en Liébana

Preámbulo

Como una gran parte de los acontecimientos analizados ocurrieron con anterioridad a la existencia de los primeros
documentos originales españoles, conservados en la actualidad –vida de Santo Toribio de Astorga, a lo largo del siglo V; traída del leño de la Cruz desde Jerusalén; traslado de la reliquia a Liébana junto con los restos del obispo de Astorga, entre otros– se ha recurrido necesariamente a documentación posterior a los acontecimientos, incluso en varios siglos. Se han tenido en consideración de manera destacada: España Sagrada del padre Enrique Flórez, tomo XVI, De la Santa Iglesia de Astorga, Madrid, 1762; Episcopologio Asturicense, tomo I, Pedro Rodríguez López, Astorga, 1908; Historia de los heterodoxos españoles, Menéndez Pelayo, tomo I, Madrid, 1877; Cronicón de Idacio, versión castellana, Marcelo Macías, Orense, 1904. Conviene recordar que el documento original más antiguo de nuestro país, custodiado en la catedral de León, está datado el 23 de agosto del año y es un diploma que relata la donación del rey Silo del lugar de Lucis, para edificar allí una iglesia.

Foto 1. Portada del libro “Santo Toribio Obispo de Astorga”, de Luis Alonso Luengo. Madrid, Biblioteca Nueva, 1939.

Foto 1. Portada del libro “Santo Toribio Obispo de Astorga”,
de Luis Alonso Luengo. Madrid, Biblioteca Nueva, 1939.

En varios de los apartados relatados no ha sido posible recurrir a otras fuentes diferentes que la tradición, conservada durante muchos años. Resulta imprescindible considerar que no supone completa garantía basar en ella la realidad de los hechos, por lo que no existe fiabilidad total de su veracidad.

Santo Toribio de Astorga

Este santo astorgano, poco conocido, nacido en los albores del siglo V, ha sido personaje esencial en el “lignum crucis” conservado en Liébana.

El entorno de su vida se desenvuelve entre estampas europeas y orientales, visigodas y suevas, con sus cortes de emperadores y reyes, concilios y herejías, un apasionante conjunto histórico.
Su sorprendente vida conjuga con armonía las cualidades de hombre y santo, siempre vinculadas y unidas de forma indisoluble.

De origen patricio debió de ver su primera luz en Astorga hacia el año 400. Es posible que estuviera obsesionado con Jerusalén, a donde peregrinó desde su ciudad nativa, en un largo y sorprendente viaje, con el uso de las vías romanas entonces existentes, ocho de ellas por la antigua Astúrica Augusta. El inicio puede pensarse por la vía de Aquitania.

Foto 2. Portada del libro “España Sagrada,Theatro Geográfico Histórico de la Iglesia de España,Tomo XVI de la Santa Iglesia de Astorga”.

Foto 2. Portada del libro “España Sagrada,Theatro Geográfico
Histórico de la Iglesia de España,Tomo XVI de la Santa Iglesia
de Astorga”.

Ya había muerto Teodosio el Grande y se había dividido el Imperio Cristiano de Roma entre sus dos hijos, Arcadio, el Oriente, y Honorio, el Occidente. Nos encontramos hacia el año 419, era la época de Walia, cuarto monarca godo, con Iberia cerca de estar partida en dos soberanías: la de los suevos, en Galicia, con el Duero y el mar por fronteras; la de los godo-romanos, en el resto de España, basada en el pacto de Honorio con los godos. Astorga, la romana Astúrica, donde estaba Dictino de obispo, dentro de las fronteras suevas.

Conviene resaltar la antigüedad de esta sede, ocupada ya el año 249 por su primer obispo Basílides, donde permaneció hasta el 251.

Toribio, peregrino a Jerusalén

Según los estudiosos, fue un peregrinar de manera pobre y humilde, caminando de puerta en puerta, como mendigo, a través de Europa en situación caótica entonces, una amalgama de organización romana, pueblos bárbaros, arrianismo, idolatría y catolicidad, siempre con la mirada hacia Jerusalén, idea que llena parte del pensamiento del final de la Edad Clásica, donde nos encontramos, y la primera Edad Media.

Foto 3. Santo Toribio, obispo de Astorga (grabado del siglo XIX).

Foto 3. Santo Toribio, obispo de Astorga (grabado del siglo XIX).

Una vez llegado a su destino, no tarda mucho en presentarse a Juvenal, patriarca de Jerusalén, con la idea de solicitar autorización para permanecer largas horas, noche y día, junto al Sepulcro. El arzobispo dio su consentimiento y le pidió a cambio, por la impresión que le produjo Toribio, su presencia diaria en el palacio para hablar con él. Poco tiempo después fue nombrado custodio de la iglesia y de las reliquias sagradas. Lo elevó al sacerdocio ungiéndolo en la iglesia del Sepulcro.

Jerusalén era entonces una ciudad importante en la zona de más intensa actividad intelectual y cultural del mundo, muy cerca de la Biblioteca de Alejandría. Reinaban en ese Imperio Romano de Oriente, con sede en su capital Constantinopla, Marciano y Pulqueria, muy generosa en su trato con la iglesia jerosimilitana. Juvenal quiere agradecer las mercedes concedidas y hacer un presente a la emperatriz. Toma la decisión de enviar la vera efigie de la Virgen María, según la tradición debida al pincel de San Lucas, y ruega a Toribio que la lleve personalmente.

La gran Hedoguetria, así llamada desde ese momento, corrió en mil copias como icono. Uno de ellos, la virgen del Perpetuo Socorro, pasado el tiempo, arrebató de fervores a San Alfonso María de Ligorio. En la fachada sur de la

Foto 4. Monasterio de Liébana en la actualidad.

Foto 4. Monasterio de Liébana en la actualidad.

catedral de Astorga, que en el muro se recibió, puede verse una imagen recuerdo de este acontecimiento, aunque datada unos siglos antes.

Varios años duró la estancia de nuestro santo, hasta que en 440 una voz le anuncia los próximos problemas de Jerusalén, que será hollada por la planta del infiel, y debe tomar las más preciadas reliquias y llevarlas a Occidente para su salvaguarda.

Regreso de Tierra Santa

Conocida la profecía por el arzobispo Juvenal, puso las reliquias en manos de Toribio. La primera, el gran trozo de la Cruz, el brazo izquierdo, que según el Padre Flórez, (España Sagrada, Theatro Geográfico Histórico de la Iglesia de España, Tomo XVI de la Santa Iglesia de Astorga, página 104), tomado de Sandoval, “la reina Elena dejó en Jerusalén, cuando descubrió las cruces de Cristo y los ladrones. Está serrado y puesto en modo de cruz, quedando entero el agujero sagrado, donde clavaron a Cristo. Hará cincuenta años que se puso en esta forma, y con esta ocasión se hurtaron muchos pedazos” (el hecho de partir el gran trozo de la Cruz ocurrió en el siglo XVII).
Regresa a la Península por Constantinopla donde continúan Marciano y Pulqueria, quien le entrega una carta para el Papa San León. Llega a Roma el año 443, donde es recibido por el Papa en el palacio de Letrán. En ese mismo año

Foto 5. Relicario con el “lignum crucis”.

Foto 5. Relicario con el “lignum crucis”.

concluye su viaje en Astorga, cuyo obispo solicita a Toribio que deposite y custodie él mismo las reliquias en la catedral.

El panorama que encuentra en Astorga y España ha variado del que dejó hace unos 24 años, cuando inició su peregrinar a Jerusalén. El nivel intelectual y cultural ha crecido mucho, la Iglesia participa grandemente con importantes contribuciones, como la de Idacio, entonces obispo de Lugo, autor del cronicón más antiguo de los españoles.

Elección como obispo de Astorga

Fue elegido obispo de Astorga en 444 en competencia con Rogato, arcediano de la catedral. Según la tradición, celebrada la elección se corrió la voz en la ciudad de haberse encontrado ropas íntimas de mujer en el aposento de Toribio. El electo pidió fe en Dios, si no existía confianza en sus palabras de negación.Tomó en sus manos las vestiduras episcopales, puso encima ascuas de carbón encendido y recorrió de esa manera el interior de la catedral, para que un milagro de Dios probara que no era cierta la acusación. Al regreso al altar mayor, recorrida la catedral,
todo estaba incólume. Rogato se confiesa autor de la infamia y muere en el acto, con la absolución de sus pecados por Toribio, confirmado como obispo con el hecho.

Foto 6. Beato de Liébana de la Catedral de Burgo de Osma.

Foto 6. Beato de Liébana de la Catedral de Burgo de Osma.

La monarquía sueva de Galicia y Toribio

Recciario era el rey suevo de Galicia, que se unió con la hija de Teodoredo, rey de los visigodos. Con ocasión de la grave enfermedad de la primera hija de este matrimonio, Recciario recurre a Toribio, que se desplaza a Galicia y de forma milagrosa consigue su curación ya moribunda, con la conversión del rey suevo. Este acontecimiento ha sido puesto en duda por Menéndez Pelayo, aunque confirmado por San Isidoro.

Prisciliano, el gnosticismo y Toribio renuncia de la sede de Astorga

El gnosticismo considera la existencia de una ciencia esotérica, vedada para los profanos, siendo los gnósticos sus depositarios, recibida por influjo y comunicaciones sobrenaturales.
En el año 379 arriba a España desde Egipto el sacerdote cristiano Prisciliano. Con él traía la rebeldía gnóstica, concebía la divinidad con la negación de su carácter trinitario y, entre otras muchas ideas, la Consagración debía hacerse con uva y leche en lugar de pan y vino. Condenó esta secta el concilio de obispos reunido en Zaragoza

Foto 7. Beato de Liébana del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

Foto 7. Beato de Liébana del Monasterio de San Lorenzo de
El Escorial.

el año 380. Los rebeldes, de gran influencia en la Iglesia, consiguen elevar a Prisciliano a la silla episcopal de Ávila, Muere decapitado en Tréveris y sus restos fueron traídos por su secta a Galicia, que también logró colocar como obispo de Astorga a Dictino, hijo de Sinfosio, entonces obispo de Orense. El nuevo obispo de Astúrica desde entonces tuvo gran actividad priscilianista hasta que en el primer Concilio de Toledo, que condenó como heréticas las
doctrinas de Prisciliano, se retractó públicamente al igual que su padre, obispo de Orense. Los dos fueron ratificados en sus sillas.

Toribio pudo comprobar que, pese al tiempo trascurrido, el priscilianismo continuaba en Astorga, como comenta el Crónicon de Idacio.

Muchos acontecimientos de importancia histórica se suceden a lo largo de sus años al frente de la diócesis, hasta tomar la decisión de retirarse al Bierzo, en concreto al valle del Silencio. Alguna hipótesis indica Liébana como lugar de su retiro, al confundirlo con Santo Toribio de Liébana, de igual nombre, monje que fundó el monasterio de Liébana bajo la advocación de San Martín, a donde se trasladaron siglos más tarde los restos de Santo Toribio de Astorga para depositarlos al lado de los de Santo Toribio de Liébana. Se retiró probablemente a Peñalba, “lugar único en todo el Continente capaz de competir con la Tebaida y los más Santos Lugares de Palestina”, según Flórez, donde

Foto 8. Miniatura del Apocalipsis del Beato de Liébana.

Foto 8. Miniatura del Apocalipsis del Beato de Liébana.

se elevó en el siglo X la incomparable iglesia mozárabe, junto al paradisíaco valle del Silencio, por donde discurre el río de mismo nombre, traspasado por el silencio de los anacoretas.
El año 480, ya muy anciano, abandonó este mundo y fue enterrado en Astorga.

Santidad de Toribio

Aunque la primera canonización solemne fue la de San Ulrico en 993 y no comienzan hasta el siglo XII las reservadas al Papa por decreto, el primero Alejandro III en 1173, con las tres partes de venerables, beatos y santos, en Astorga ya se daba con anterioridad culto popular a Toribio, al haber sido canonizado por el procedimiento de las primeras
centurias, con un tribunal diocesano por aclamación. Se señala su fiesta para el 16 de abril, y será Año Santo en Liébana, aquél en que el citado 16 de abril caiga en domingo, como sucede en el presente 2006.

Foto 9. Miniatura del Apocalipsis del Beato de Liébana.

Foto 9. Miniatura del Apocalipsis del Beato de Liébana.

La reliquia de la Cruz y los restos de Santo Toribio en Liébana

Con la invasión árabe los astorganos quieren salvar los restos de Santo Toribio y las reliquias de Oriente. Estaba ya levantado San Martín de Liébana, donde el monje Toribio había obrado prodigios y milagros. Allí llevaron los astorganos el cuerpo de Santo Toribio de Astorga y sus reliquias, según Flórez, “como a sitio seguro por la aspereza de sus montañas”. Así sucedió al quedar libre de la invasión árabe.

A comienzos del siglo XVIII, como narra Sandoval, permanecen en el monasterio “el cuerpo del bienaventurado Toribio, obispo de Astorga…”, y el gran trozo de la Cruz, “del que se hurtaron muchos pedazos”, en el siglo XVII. En 1798 el cuerpo había desaparecido de Liébana; pero se conservaba el trozo de la Cruz del Redentor.

 

Incidencia en 1936 comentada por la revista “Fotos”

Carlos José López narra en la revista gráfica Fotos, número 83, el siguiente acontecimiento ocurrido en 1936, que se reproduce a continuación de forma simplificada, aunque con respeto a la literalidad y contenido del texto.

“Dominaban los rojos la provincia de Santander el año 1936. Un sencillo creyente, el campesino Froilán Blanco, que vivía en una cabaña del monte, se aventuró a sacar del relicario los trozos de la Cruz y sustituirlos por otros similares de madera de aquellas tierras, para evitar fuera profanada la reliquia. No había pasado mucho tiempo cuando un grupo de mineros irrumpió en el templo y se apoderó del relicario, aunque al no ponerse de acuerdo entre ellos para su posesión, lo entregaron temporalmente a un tercero para su custodia. Pasado el tiempo, al no reclamar nadie, el depositario entregó el relicario al párroco, con las tropas nacionales ya en Liébana. Así lo creyó el sacerdote, hasta
que se presentó Froilán Banco, le contó su estratagema y le dio los trozos, que él había rescatado. El hecho se puso en conocimiento del obispo de León, que aclaró todo mediante la adecuada información”.

Los “Beatos” y Liébana

No es posible concluir un pequeño trabajo sobre Liébana sin citar, aunque sea de forma somera, a los Beatos.
Además de su conocida importancia histórica y religiosa, hay que destacar la impronta de la cartografía española en el Medioevo, como consecuencia de los mapas contenidos en los llamados Beatos, cuyo nombre se generalizó por extensión. El de mayor antigüedad acreditada es el del monje Beato, que llegó a santo. Nació en Liébana, perteneciente entonces a la región asturiana. Vivió desde el año 730 hasta el 800, con permanencia durante largo tiempo en el monasterio. Incluía un mapamundi, obra maestra de nuestra Edad Media, en la que aparecían siete ciudades españolas.

Todo el panorama cartográfico español quedó desplazado con la aparición en Occidente de la Geografía de Ptolomeo, a comienzos del siglo XV. Trascurridas varias centurias todavía no se entiende como pudo atesorar tal cúmulo de conocimientos, y por tanto de información, sobre la Península en un lugar tan distante como Alejandría.

Se ha tratado en este sencillo artículo de describir hechos de considerable importancia para la Historia, y en particular para la Historia de la Iglesia, acaecidos o vinculados a este monasterio ubicado en el hermoso rincón de Liébana, hasta el siglo XII bajo la advocación de San Martín, y desde esa fecha, de Santo Toribio, obispo de Astorga.

Fernando Alonso GarcíaDoctor Ingeniero del ICAI
Ingeniero del ICAI en 1963; Doctor, en 1969; Diplomado en IESE por la Universidad de Navarra, en 1969; miembro de la Comisión Ejecutiva de la Junta del Colegio Nacional de Ingenieros del ICAI, de 2000 a 2005; Consejero de la Asociación Nacional de Ingenieros del ICAI, desde 2006. Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia, 2004; Numerario de la Real Académica Hispánica de la Filatelia, en 2000 y Secretario desde 2004; Numerario de la Academia Europea de Filatelia, en 2002. Aparece en el Diccionario Biográfico Español, publicado en 2011 por la Real Academia de la Historia, tomo III, páginas 180 y 181, como personaje trascendente en sus facetas de Ingeniero e Historiador.