1. Introducción

El artículo de nuestro compañero Francisco José López, Ingeniero del ICAI de la Promoción 1980, publicado en la web de nuestra asociación el pasado 30 de junio [1], me ha dado pie a escribir las siguientes reflexiones que encajan en un momento de mi actividad de jubilado en la que desde hace años vengo trabajando: la conexión de la Formación Profesional con la universidad. Hecho éste que se encuentra en el espíritu fundacional del ICAI y en la mentalidad de quien fue su gran promotor y desarrollador, el jesuita José Agustín Pérez del Pulgar, como nos expone en su excelente artículo nuestro compañero.

Las reflexiones ofrecidas a continuación pretenden dar argumentos a la actual dirección del ICAI para volver la mirada sobre el ICAI del P. Pérez del Pulgar, en ese aspecto concreto que es la conexión de la Formación Profesional con la universidad[2], conexión que inicialmente fue integral, agrupando en la misma estructura educativa (incluso el mismo centro) desde el mínimo nivel profesional (obrero) hasta el máximo (ingeniero), pero que actualmente no existe, ni puede ser así en los mismos términos, pero que puede aproximarse a ella volviendo a la estructura educativa que existía antes del plan Bolonia, volviendo a implantar un Grado en ingeniería habilitante con una fuerte conexión académica y organizativa con los centros de Formación Profesional próximos.

No obstante, al ofrecer las reflexiones siguientes he tratado de dar respuesta a la pregunta que previamente me he hecho: ¿Tiene sentido comparar el ICAI del primer tercio del siglo XX con el actual del siglo XXI cuando las sociedades a las que sirven son tan distintas? Pregunta a la que mi respuesta es no si se comparan cuestiones concretas, incluso si se comparan planteamientos y estrategias, pero posiblemente sea positivo mirar y releer los objetivos fundacionales de cualquier organización cuando se mira hacia el futuro.

2. Los anhelos del P. Pérez del Pulgar

Según Francisco José López:

“Necesitaba un proyecto que aunara sus anhelos como agente del cambio social, educador y científico” “Pero para que la idea fuese una realidad lo prioritario era formar artesanos, especialistas e ingenieros, que reforzaran el tejido social tan quebrantado por la crisis del 98. La escuela de obreros, de montadores electromecánicos, de ayudantes de ingeniero y de ingenieros, en el Instituto Católico de Artes e Industrias (ICAI), sería la base del proyecto educativo de los jesuitas en España.”

Con este proyecto no sólo se atiende a una clara demanda social mediante una excelente formación en cada uno de los niveles profesionales, sino que además se configura un constructo académico vertical que permite la transición entre ellos de acuerdo con sus capacidades y con la mínima influencia de los niveles económicos. Así me lo apunta el mismo Francisco José López en comentarios a este documento:

“Lo relevante es captar a los mejores, evitar la expulsión de la carrera por problemas económicos a los que están capacitados y asegurar que los especialistas de grado medio se están formando adecuadamente en otra institución, de forma que pudieran potencialmente continuar, si así lo desean, hacia un grado superior y asegurando la confiabilidad de la estructura formativa para atender las necesidades tecnológicas de la sociedad española”.

Esta visión integral desde el punto de vista profesional y vertical del proceso educativo es perfectamente equiparable al valor tan reclamado hoy día para nuestro sistema educativo, el llamado ascensor social.

Estos anhelos del P. Pérez del Pulgar, puede decirse que se cumplieron a través del desarrollo de lo que el mismo Francisco José describe como las claves del proyecto, claves aplicables a:

  • La importancia de asimilar su programa de estudios al de las escuelas de ingeniería eléctrica de Francia y Bélgica;
  • El establecimiento prioritario de unos buenos laboratorios y talleres de prácticas, comparables con los de las industrias, probablemente no había en 1920 ninguna escuela oficial de ingenieros en España que los superara;
  • La importancia de la investigación y rigor científico;
  • La necesidad de un fructífero intercambio tecnológico con otros países;
  • Desarrollar sentido de pertenencia e integración social creando las asociaciones de ingenieros ICAI;
  • Promovió la creación de Anales de Mecánica y Electricidad, siguiendo el modelo francés, donde publicó la mayor parte de sus trabajos.”

Tras la definición de estas claves cabe formularse la pregunta ¿Se mantienen, de alguna manera, estas claves en el actual ICAI? Siempre desde una visión posibilista y teniendo en cuenta la realidad de cada momento histórico.

Si bien puede decirse con rotunda claridad que estas claves fueron exitosas durante muchos años, también puede decirse que en la actualidad la mayoría de ellas se mantienen en un importante de éxito resaltando de forma especial el enorme éxito conseguido por el ICAI en las claves de investigación a través de su Instituto de Investigación Tecnológica y Cátedras de colaboración con empresas, e igualmente muy exitosos el volumen de los intercambios de alumnos con Escuelas y Universidades de numerosos países. Sin embargo, como se verá más adelante es el sentido integral de formación a todos los niveles el que actualmente se ve reducido e incluso abandonado en la titulación característica del ICAI.

3. Evolución del ICAI

De entre aquellos anhelos del P. Pérez del Pulgar que han perdido fuerza, quiero llamar la atención sobre el que particularmente me ocupa: la conexión de la universidad con la Formación Profesional [3].

Este anhelo que se mantuvo desde la fundación del ICAI hasta el año 1978, con la existencia activa de las Escuelas de Formación Profesional, la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica y la Escuela de Ingenieros del ICAI, se ve reducido en parte al cerrarse la Escuela de Formación Profesional [4], hecho inherente a la incorporación del ICAI a la Universidad Pontificia Comillas, que, por razones legales, las universidades no podían mantener centros de Formación Profesional como parte de su estructura universitaria [5].

No obstante, aún con el cierre de la Escuela de Formación Profesional, el anhelo del P. Pérez del Pulgar, ese constructo vertical, se mantenía bastante activo al seguir funcionando la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica, la cual potenció su relación con los numerosos centros de FP del entorno geográfico, tanto públicos como privados (particularmente los de entidades religiosas), que aportaban la mayoría del alumnado. Este alumnado encontraba en el ICAI, no sólo el prestigio de calidad docente sino, y también, unos horarios de clase que permitían combinar trabajo y estudio, al ser las clases en horario de tarde-noche y con honorarios realmente bajos. Así pues, el ICAI seguía fiel al espíritu del fundador al mantener el constructo vertical y aplicado, pues en esa época era claro y manifiestamente importante la gran importancia concedida a la formación práctica desarrollada en sus avanzados laboratorios y talleres, algunos de ellos únicos en España.

Respecto de la conexión Ingenieros Técnicos Industriales (antiguos Ayudantes de Ingeniero del ICAI) [6] con los Ingenieros del ICAI, la Escuela mantuvo la misma mecánica que había mantenido siempre, facilitando el acceso a estos estudios superiores a aquellos alumnos que demostraban un buen nivel académico, generalmente con un cierto nivel de ayudas económicas, habida cuenta de la diferencia entre los honorarios de ambos niveles. Esta conexión interna entre niveles se consolida y organiza formalmente tras la aplicación de la Ley General de Educación (LGE) de 1970 que estructura la enseñanza universitaria en tres ciclos, regulando el paso del primero (en nuestro caso Ingenieros Técnicos) al segundo (Ingenieros del ICAI) mediante el llamado “curso puente” que complementaba la formación previa [7]. Esta conexión entre los niveles de Ingenieros Técnicos e Ingenieros del ICAI continuará cuando la titulación obtenida al finalizar el segundo ciclo pasa a ser la de Ingeniero Industrial tras la incorporación del ICAI a la Universidad Pontificia Comillas.

Ahora bien, con el paso del tiempo, las clases de los Ingenieros Técnicos con horarios de tarde-noche pasan a ser sólo de tarde, los honorarios por curso de Ingenieros e Ingenieros Técnicos prácticamente se igualan, lo que unido a una fuerte demanda de aspirantes a los estudios de Ingeniería, con el habitual elevado poder económico, a los que ante la imposibilidad de ocupar plaza en estos, se les ofrece plaza en los estudios de Ingeniería Técnica, conlleva a la progresiva desconexión del ICAI con los centros de Formación Profesional, como semillero de alumnos para su Escuela de Ingeniería Técnica. Pero el golpe de gracia a la conexión ICAI-FP se produce cuando se implanta el llamado plan Bolonia, el actualmente vigente, en el que la estructura de estudios de Grado previos al Máster lleva a nuestra universidad a diseñar los estudios clásicos en el ICAI (Ingeniero Industrial) como de camino único hacia la máxima cualificación profesional (Máster, con las atribuciones profesionales del Ingeniero Industrial), con un Grado (Grado en Ingeniería en Tecnologías Industriales) llamado “blanco”, ya que carece de atribuciones profesionales [8].

Aparte de los estudios clásicos del ámbito industrial, en los últimos años, el ICAI ha incorporado estudios de Grado en Ingeniería Matemática e Inteligencia Artificial y en Ingeniería en Tecnologías de Telecomunicación, así como sus respectivos Másteres y dobles titulaciones con otros estudios. Es de resaltar que tanto el Grado como el Máster en Telecomunicación gozan de atribuciones profesionales al cumplir sus planes de estudios con las respectivas Órdenes CIN [9], resultando así habilitantes para el ejercicio de las profesiones regulas de Ingeniero Técnico en Telecomunicaciones e Ingeniero de Telecomunicaciones respectivamente.

4. Diferencias sustanciales

Así, tras esta reflexión sobre la actual organización de los estudios en nuestro actual ICAI y en relación con el constructo vertical (ascensor social) que anhelaba y desarrolló el P. Pérez del Pulgar, nos encontramos con la siguiente situación:

– Desconexión absoluta entre la formación profesional universitaria y la no universitaria (Formación Profesional), no porque se niegue el acceso a los estudios universitarios a estos últimos (esto sería ilegal) sino porque las condiciones económicas y organizativas (académicas y horarias) no lo facilitan, sino y sobre todo por la absoluta falta de interés institucional por la conexión entre estos niveles [10].

– Desaparición del Grado habilitante para el ejercicio profesional en ingeniería del ámbito industrial (con atribuciones profesionales del Ingeniero Técnico Industrial), rompiéndose también la ciclicidad profesional, ya que la única habilitación profesional en el ámbito industrial (Ingeniero Industrial, el tradicional Ingeniero del ICAI) queda limitada para quienes finalicen el Máster Universitario en Ingeniería Industrial [11].

– Afortunadamente esta ciclicidad profesional sí se mantiene entre los títulos de Grado en Ingeniería en Tecnologías de Telecomunicación (habilitante para ejercer la profesión regulada de Ingeniero Técnico de Telecomunicación [12]) y el Máster Universitario en Ingeniería de Telecomunicación (habilitante para ejercer la profesión regulada de Ingeniero de Telecomunicación [13]).

5. El sueño personal

Vaya por delante que entiendo y acepto que los planteamientos y propuestas realizados a continuación puedan calificarse de nostalgia por mi pasado personal y profesional, muy ligado al subsistema educativo Formación Profesional, al ICAI y a las obras de la Compañía de Jesús, con las cuales mantuve relación desde los 13 años hasta mi jubilación, e incluso después de este hito. Ahora bien, a través de las reflexiones expuestas en numerosas publicaciones puede entenderse mi interés por la potenciación de la Formación Profesional, ya que nuestra en sociedad es claro que:

A. El trabajo es un derecho, una obligación y el principal mecanismo para conseguir los medios necesarios para mantener una estructura familiar y social estable.

B. El trabajo se desarrolla en estructuras profesionales piramidales y por tanto con mayor demanda de las profesiones intermedias y menor al acercarse a la cúspide.

C. La gran mayoría social será requerida para las cualificaciones profesionales intermedias, es decir las personas más demandadas laboralmente serán las formadas en el subsistema definido en nuestro sistema educativo como Formación Profesional [14].

Bajo estas premisas, es mi opinión que nuestro sistema educativo debería organizarse para promover que la inmensa mayoría de la sociedad española, circule hacia las cualificaciones profesionales de alto nivel escalonadamente, desde los niveles inferiores, dejando esta progresión a las decisiones personales y vocacionales, pero nunca a las posibilidades económicas, y desconectadas de las sanas y justas ambiciones de crecimiento cultural y en valores, que debería entenderse separado de las capacidades profesionales. De aquí mi énfasis y esfuerzos por conseguir que el subsistema Formación Profesional sea visto socialmente y desde la universidad como el camino más importante para acceder a esa universidad que forma profesionales de alta cualificación, sin que ello lleve a cerrarse o minusvalorarse otros caminos más cortos que además son necesarios para esa otra visión y misión de la universidad que apunta más allá de la formación de profesionales.

6. Ruegos y propuestas

Tras lo expuesto anteriormente sólo me resta rogar a la actual dirección del ICAI que tome en consideración aquellas propuestas que considere oportunas de entre las que a continuación expongo y pedir a la dirección de la Universidad que atienda y apoye al ICAI para mantener aquellos anhelos del fundador que puedan ser compatibles con los tiempos y situaciones actuales.

Propuestas:

1. Implantar estudios de Grado en ingeniería industrial que habiliten profesionalmente para el ejercicio de la profesión regulada de Ingeniero Técnico Industrial [15].

Es de resaltar que en los primeros años de los planes Bolonia ya se implantaron estos estudios con el nombre de Grado en Ingeniería Electromecánica, con atribuciones profesionales, sin embargo, este Grado fue reemplazado por el actual Grado en Ingeniería en Tecnologías Industriales, que, como se ha dicho anteriormente, no tiene atribuciones profesionales y tiene continuidad en el Máster en Ingeniería Industrial.

La universidad Loyola (Andalucía) de la Compañía de Jesús, implantó un título con este nombre [16] habilitante para la profesión de Ingeniero Técnico con un cuadro de convalidaciones de hasta 24 créditos ECTS para algunas titulaciones de Grado Superior [17]. Desde el curso 2019-20 parece ser que ha sido sustituido por el título Graduado en Ingeniería de Tecnologías Industriales [18] que mantiene el carácter habilitante para la profesión de Ingeniero Técnico.

2. Configurar este Grado propuesto, con un plan de estudios y una organización académica orientados hacia alumnos procedentes de Formación Profesional y promocionarle entre los numerosos centros con proximidad a nuestra universidad.

La configuración del plan de estudios debería orientarse a buscar el máximo aprovechamiento de las capacidades y valores propios de aquellos Grados Superiores más afines, estableciendo una rigurosa y justa política de reconocimiento de créditos.

La organización académica debería hacerse lo más acorde con la posibilidad de que algunos de los alumnos puedan trabajar, además de focalizar en esta titulación los mayores esfuerzos económicos, mediante la línea de becas y ayudas de la universidad.

Referencias

[1] Contribuciones para salir de la Crisis del 98. https://www.icai.es/contribuciones-para-salir-de-la-crisis-del-98/

[2] Entiéndase estudios de rango universitario, aunque el ICAI no era universidad

[3] En este sentido puede consultarse el documento referenciado en el boletín ICAI: https://mailchi.mp/icai.es/sbvt2fp94h-8475960?e=3a40c4797b

[4] Personalmente doy fe del sufrimiento que supuso el cierre de esta sección para el entonces director del ICAI, nuestro compañero Luis García Pascual, sufrimiento que le mitigaba el hecho de que los jesuitas tenían en pleno funcionamiento dos escuelas de formación profesional geográficamente y académicamente próximas: Escuela de Formación Profesional Padre Piquer (Madrid) y Escuela de Formación Profesional Loyola (Aranjuez), las cuales junto a otras como las de la congregación Salesiana ya eran, y siguieron siendo, importante cantera para nuestra Escuela de Ingeniería Técnica.

[5] Este hecho de integrar la Formación Profesional en la estructura universitaria, cuya ilegalidad sigue vigente, en la actualidad está siendo retomado por algunas universidades privadas al mantener en su estructura universitaria centros de FP, posiblemente como una forma de fidelización de alumnos para continuar en los Grados Universitarios y ante la vista gorda de las autoridades correspondientes.

[6] Es de resaltar que a partir del curso 1966-67 tras la finalización de los estudios de FP, en el ICAI se accedía a los estudios de Ingeniero Técnico Industrial en la recién reconocida Escuela Universitaria del ICAI, y tras la correspondiente reválida se obtenía el título oficial de Ingeniero Técnico con el mismo valor académico que los titulados en la Escuelas Oficiales, estudios que sustituyeron a los de carácter privado de Ayudante de Ingeniero del ICAI.

[7] El artículo 39.1 de la LGE establece en su segundo párrafo:” Tendrán acceso a las enseñanzas de segundo ciclo, mediante los requisitos docentes que reglamentariamente se establezcan, tanto los que hayan concluido el primero como los Diplomados de Escuelas Universitarias, Arquitectos Técnicos o Ingenieros Técnicos”.

[8] Con el plan Bolonia desparecen las titulaciones de Ingenieros Técnicos y las de Ingeniero, para ser reemplazadas por Grado y Máster, sin embargo, desde el punto de vista profesional, si al finalizar un Grado en ingeniería se han cursado determinados requisitos (regulados por las órdenes CIN) los graduados están habilitados para el ejercicio de la profesión de Ingeniero Técnico (v.g. la Orden CIN/351/2009, de 9 de febrero, por la que se establecen los requisitos para la verificación de los títulos universitarios oficiales que habiliten para el ejercicio de la profesión de Ingeniero Técnico Industrial. https://www.boe.es/boe/dias/2009/02/20/pdfs/BOE-A-2009-2893.pdf).

[9] https://www.boe.es/boe/dias/2009/02/20/pdfs/BOE-A-2009-2894.pdf y https://www.boe.es/boe/dias/2009/02/20/pdfs/BOE-A-2009-2897.pdf

[10] En este sentido cabe destacar que la Universidad Pontificia Comillas en su área de ingeniería (ICAI) no ofrece ningún plan de convalidaciones para alumnos procedentes de FP en el convenio con la Comunidad de Madrid, tal como propone la LO 3/2022 en su artículo 49.2 (https://www.comunidad.madrid/servicios/educacion/convalidaciones-fp-universidad-pontificia-comillas), pero que sí se formaliza para otros estudios de Grado de nuestra universidad y del resto de universidades madrileñas

[11] https://www.comillas.edu/postgrados/master-universitario-en-ingenieria-industrial/

[12] https://www.boe.es/boe/dias/2009/02/20/pdfs/BOE-A-2009-2894.pdf

[13] https://www.boe.es/boe/dias/2009/02/20/pdfs/BOE-A-2009-2897.pdf

[14] En esta línea se expresa y documenta el preámbulo de la actual Ley Orgánica de Formación Profesional: https://www.boe.es/boe/dias/2022/04/01/pdfs/BOE-A-2022-5139.pdf

[15] https://www.boe.es/boe/dias/2009/02/20/pdfs/BOE-A-2009-2893.pdf

[16] https://www.uloyola.es/grados/planes-de-estudio/grado-ingenieria-electromecanica

[17] https://www.uloyola.es/ftp/gestor/Secretaria/Tabla%20reconocimientos%20CFGS.pdf

[18] https://www.uloyola.es/grados/grado-ingenieria-tecnologias-industriales

Antonio Arenas AlonsoDoctor Ingeniero del ICAI
Cursó estudios de Oficialía y Maestría Industrial y en 1970 finalizó sus estudios de Ingeniero Técnico Industrial en el ICAI (Universidad Pontificia Comillas), en 1983 como Ingeniero Industrial, alcanzando el grado de doctor en 1999. Tras iniciarse como docente en las Escuelas de Formación Profesional Padre Piquer, en 1970 inició su actividad en el ICAI, primero como profesor de prácticas y posteriormente docencia en Medidas Mecánicas, Potencia Fluida, Mecánica de Fluidos, Turbomáquinas y Termodinámica. Tras ocupar diversos cargos de gestión en la Universidad Comillas, entre ellos Vicerrector de la Universidad, subdirector de la ETS de Ingenieros y de la EU de Ingenieros Técnicos del ICAI, actualmente está jubilado y es miembro de número del Observatorio Industria 4.0. XXVIII Premio Javier Benjumea de los Ingenieros del ICAI.